Cositas interesantes 11
La magia de lo sublime. Sobre el arte y su manera de hacer que te tiemblen los poros.
Siento una debilidad por el arte que deja ver el alma de sus creadores. En general creo que para ser artista debes acostumbrarte a dejar pedazos de ti regados por todas tus obras, tu esencia es tu legado a la humanidad.
Cuando el arte es tan, tan conmovedor puede hacerte reír a carcajadas y llorar con desconsuelo. No hay intermedios. Las emociones se muestran en el cuerpo en forma de piel erizada, una leve taquicardia, lágrimas al borde del abismo de tus ojos o, como decimos en Venezuela, el guarapo agua’o.
Me pasa mucho cuando vivo el arte de otros, cuando escucho las historias detrás de esa magia que hacen con su creatividad. Escuché a Mon Laferte contar su historia y lloré, lloré de pena, porque es durísima, lloré de orgullo, porque ahí está ella, diva, reina, mujer poderosa como pocas, con su sonrisa al viento, siendo ejemplo de valor, de entereza, de determinación; lloré de dolor, imaginando a esa niña inocente y perdida en los infiernos más profundos de la existencia. Lloré y lloré mucho, pensando en las mujeres que han sufrido destinos similares pero que no encontraron la pintura para salvarlas, o la poesía, o la música. Lloré pensando en los hombres que sufren por los estigmas y las etiquetas que los condenan por culpa de otros hombres que no vinieron a este mundo a traer luz. Lloré como artista porque todos, todos dudamos de nuestro valor, de nuestro poder.
Te dejo aquí la breve pero intensa historia de Mon para que llores conmigo.
Y, por supuesto, te dejo a Mon haciendo lo suyo: brillando, dejando en alto el nombre del arte, sublimando las notas que se encuentran con su garganta. Te dejo su sensibilidad y la fuerza de sus entrañas.
Gracias por estar, gracias por querer estar <3
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